1. Una leyenda difícil de comprobar contará que los arquitectos no tenían una aspiración mayor que la de poner la Tecnología al servicio de la Arquitectura, para poder decir a continuación que la Arquitectura está al servicio de la Humanidad. Pero parece que las cosas ya habían sucedido de otra forma. La tecnología no necesita intermediarios, y puede ser aplicada directamente en el lugar de destino. Construir en función de las necesidades del ser humano se convierte en un sobreesfuerzo redundante cuando la tecnología puede inducir la salubridad y el sentido del civismo directamente en las tripas. Si se corta y se pincha en el lugar adecuado, el futuro ciudadano puede ser inmunizado frente a la arbitrariedad genética y frente a las inclemencias del tiempo y de la política. Así, las necesidades son erradicadas en su origen, y un sencillo Bautizo Tecnológico fue capaz de proporcionar una cantidad ingente de habitantes desprovistos de cualquier gruñido atávico.
El problema ahora es para el arquitecto. La tecnología suplanta las competencias que le corresponden a él legítimamente en función de una dudosa tradición. La ciencia, que soluciona los problemas por su cuenta, no solo no le ayuda sino que le somete a un expolio indecente, dejándole sin soluciones, sin conceptos y sin intenciones que aplicar. La arquitectura deja de ser útil justo antes de empezar a serlo.
Ante una población clínicamente consciente y ecuménicamente adaptada al medio, el arquitecto se ve obligado a deshacer el camino andado y vuelve al lugar que le corresponde, que es el terreno turbio de la metafísica.
La primera parte de la historia era ésta:
El habitante estuvo permanentemente despierto, hasta que al quedarse dormido por accidente se dio cuenta de que éste era su estado natural. De repente, una inconsciencia desasistida le permitía ver con una claridad desconcertante la falta de sentido de las cosas. Aún así fue castigado a la rutina de subir cada cierto tiempo al paisaje de los despiertos con un objetivo muy concreto que aún está por descubrir. El habitante consciente está fuera de su medio y necesariamente tiene que volver cada noche a respirar un fango absurdo. Y eso lo hace dormido para no tener que admitir su condición de anfibio.
La vida partida entre dos mundos incompatibles no hubiese sido sencilla sin la ayuda de una esquizofrenia calculada. Negando alternativamente una cosa y la contraria, el espécimen se permitía nadar con las patas y caminar con las aletas, y conquistaba con esta operación extravagante el reino de la inteligencia. A partir de ahí cualquier retroceso se produce hacia adelante.
El habitante pasa sin permiso de un lado al otro de la orilla y siempre se comporta como un intruso. Pero con la evolución del Progreso la cosa cambió y el humano, destituido a imagen de su cirujano, creyó su propio medio para revertir el proceso. Al extirpar una de las dos mitades ya no era necesaria la negación venial y el individuo pudo abandonar la categoría de anfibio, siempre fuera de lugar, para recuperar la de crustáceo, que no puede salir del sitio que le corresponde. El doble destino pasaba a ser la mitad.
Ya no importaba si duerme o miente, si respira o llueve, o si habla al tragar; todas las decisiones se toman al principio.
2. Año 23 de la burocracia post-soviética. Era de los dispositivos inalámbricos. Este paso de gigante en la comunicación está caracterizado por la presencia masiva de cables. Cables por el suelo. Cables por la mesa. Cables en los cajones. Cables dentro y fuera de las paredes. Algunos de ellos se dice que están en uso. Nadie es capaz de diferenciarlos de los que están en desuso. Los dispositivos inalámbricos vienen acompañados de media docena de cables. Cuanto más densa es la maraña, más virtual o más intangible es la experiencia. Más cables por el suelo. Las tecnologías mejoran. La comunicación se optimiza, pero los protocolos fisiológicos hacen imposible hablar más, escribir más o tropezar más. La humanidad habla y escribe imprudentemente desde tiempos inmemoriales. Por primera vez las posibilidades de los medios de comunicación exceden a lo que uno tiene que decir. Ahora, con los pies enredados en cables, la humanidad ha adquirido la virtud de tropezar compulsivamente al mismo tiempo que sigue comunicándose compulsivamente. El usuario puede conectarse virtualmente siempre que disponga de dos cables para el cargador de batería, un cable de toma de corriente, tres cables conectores de dispositivos, un cable de datos, una impresora con sus correspondientes cables, unos auriculares con cable y un ratón con cable, porque el otro no tiene pilas. Pero, aún así, los usuarios de la comunicación seguirán adelante (Tesis 1: lo característico del ser humano no es la razón, sino la Fe; Tesis 2: lo característico del ser humano no es la capacidad de verbalizar lo que quiere comunicar, sino la capacidad de comunicar lo que quiere verbalizar). Mañana aparecerán a su alrededor más y más dispositivos inalámbricos, con más y más cables por el suelo, por los dedos y por las orejas, pero, aunque les hagan tropezar una y otra vez, ellos se levantarán de nuevo porque no están dispuestos a callarse. La revolución de las comunicaciones está en marcha y no tiene vuelta atrás. Los logros son evidentes. El ciudadano puede por fin presentar a su Ayuntamiento cientos de formularios por vía digital, siempre y cuando también haya llevado en persona una copia física de los papeles originales firmados y compulsados por cinco o seis administraciones diferentes ubicadas estratégicamente a gran distancia unas de otras. Nunca antes las autoridades habían dado a la población tantas oportunidades para caminar, sudar, trasladarse y hacer colas transportando papeles de un lugar a otro. Nunca hasta ahora había sido posible desplazarse tantas veces de una ciudad a otra con el fin de validar personalmente un documento firmado electrónicamente. Es una ventaja innegable poder complementar la eficiente descentralización administrativa de miles de organismos dispersos por varios países de Europa con un moderno entramado de millones de sitios web con el flamante aval de la Unión Europea, cada uno con su propia ventanilla única, y que ayudan al ciudadano a descubrir con mucha menos rapidez que antes lo lejos que está de solucionar su problema.
Hasta donde deberíamos saber, la comunicación es un acto reflejo estrechamente unido a no decir nada; y comunicarse sin tener nada que decir es una necesidad difícil de erradicar; pero las nuevas tecnologías demuestran además que el habitante no está hecho para comunicar, sino para tener problemas de comunicación. Es el triunfo del Habitante hiperconectado.
3. La computadora no pertenecía a la Federación Internacional, porque «ésa era una organización burguesa». Había que encontrar humildes procesadores desconocidos; pero los procesadores desconocidos jugaban muy mal. El Comité de Partidos Únicos designó al único aparato que demostró convicciones profundas; fue aprobada una resolución especial: se le dio permiso para participar en una competición occidental, pero a condición de que ganase. Según el Gran Maestro Averbakh, «ésa era la condición: ganar».
Pero, el día previsto para el comienzo de la competición, la computadora no se presenta a la ceremonia. Y comunica por medio de sus abogados que la dotación del premio le parece insuficiente. En plena guerra tibia, la Delegación de la raza de otros considera esta ausencia un insulto y el clima se tensa hasta el cortocircuito. La máquina es acusada en los medios de falta de criterio moral. Kissinger interviene y el aparato entra en razón.
Y cuando todo parece resuelto, la computadora insiste en que está dispuesta a competir incluso aunque el contrincante se presente, y amenaza con retirarse si el torneo no se celebra. Y, por si fuera poco, el organizador del evento, un personaje de nacionalidad incierta llamado El Turco, muy respetado en mundo automático, acusa al humano de ser un fraude y de ayudarse de las manos para pensar. El andrómano, por su parte, sospecha del instinto de la máquina y despide a su guardaespaldas. Durante la partida está intranquilo, pero se mueve inquieto para no levantar sospechas. La Federación cede a las presiones de los informáticos, y a mitad del campeonato establece que la fuerza-bruta* sea la única estrategia de juego admitida. IBM reclama al afiliado el historial de antecedentes de opinión; y el ogro, por su parte, exige a la compañía un trato más corporativo. Solo uno de ellos obtiene resultado.
Después de seis meses en tablas, el célebre gélido Tolia, que ha sido enviado como observador por el Frente de Países No Alineados, admite en contra de la versión oficial que él no tuvo nada que ver en el resultado y que no conoce de nada al aparato. El politburó lo niega y asegura que le hizo llegar instrucciones precisas para desconectar el grupo electrógeno de la planta sótano. Incluso afirma que le facilitó los planos completos del edificio, lo cual no ha podido ser demostrado, puesto que los únicos planos encontrados no disponen del sello de registro.
Antes hubo un camino claro para llegar hasta aquí, pero ahora la información está incompleta: delante de una cortina está la sala de columnas de la Sede de Sindicatos... Encima, la Sala de conciertos Stravinsky... a medio metro de donde estaba la silla... Aquí había una mesa... con la computadora, el equipo... Era muy diferente... el tablero estaba en medio... Detrás de un armario el Unequitable Center... Tuvimos libertad para transmitir tomas... para probar la conectividad del edificio... La planta 35... es donde estaba el estudio de TV... Todo estaba tapado detrás de las cortinas... Ésta era la habitación... Aquí estaba el tablero... Había una zona privada allí atrás... Había otra zona... pero nunca tuve acceso... Estaba cerrada... Grandes Maestros tomando café, fumando, hablando... La terminal 1 estaba allí... resguardada...
En la jugada 73 el aspirante a aspirante recibe una polilla en un ojo lo que le impide ver que la computadora no está haciendo trampas. A pesar de la falta de pruebas ninguna de las partes quiso admitirlo. Ése fue el principio del Habitante último. Desde entonces, cualquier cosa importante que suceda deja de tener importancia tres minutos después.
* Brute-force search
Ilustraciones: 1 Intervención quirúrgica temprana. Foto: Hospital móvil del Servicio Internacional de Búsqueda y Rescate de China (CISAR), 2005. 2 Frontera de Checoslovaquia, 1953. Foto: Archivo VHÚ (Instituto de la Historia Militar de Praga). 3 Kasparov contra IBM en 1997. Foto: Reuters / Peter Morgan. Cedida por G Tres Información S.L.